domingo, 19 de marzo de 2017

Del circo al abismo: R.Zaragoza 1 - Sevilla Atlético 2



El Zaragoza tira el partido en un hilarante final ante un Sevilla sin portero y se acerca a la tragedia del descenso.

En su 85 cumpleaños, el Real Zaragoza sufrió una derrota terrible y bochornosa ante el Sevilla Atlético, ante un filial que perdió a su portero, a Ondoa, expulsado por perder tiempo, algo muy inusual, y cuando un jugador juvenil, Amo, estaba bajo palos. Ni así fue capaz de ganar el Zaragoza, al que le condenó otra vez el descuento, con el gol de Cotán tras un fallo imperdonable de Saja. Sobran las palabras ya con este Zaragoza que solo da disgustos a su gente, que es un equipo lleno de miedos y de carencias que se despeña hacia el abismo de la Segunda B, hacia la desaparición de facto, no se olvide, y que lo hace con una mezcla de irresponsabilidad, con una actitud injustificable, sobre todo en la primera parte, y de incapacidad, tanto en el banquillo como sobre el césped. La situación es delicadísima, con cinco puntos de renta sobre el descenso, que pueden ser tres si hoy gana el Rayo Vallecano.
Agné, con 22 puntos en 19 partidos, con dos victorias en 11 partidos, con un equipo que es un espectro, que deambula y que no tiene carácter, no debería seguir ni un segundo más. Hace tiempo que ni debía estar ahí en un inmovilismo desde el club con el técnico, ayer en la grada, que no tiene justificación.
Explotó La Romareda en los últimos minutos, cuando Saja no supo desviar una falta y Cotán metió un gol que culminaba un final de partido que pasará a los anales por ser la viva representación de un circo, imagen de lo que es este Zaragoza que, quede claro de nuevo, se despeña hacia el abismo. Ondoa vio la primera amarilla por perder tiempo y el árbitro pitó un libre indirecto que transformó Edu García.
El Zaragoza fue con todo, con Samaras, para caminar, porque no está para más, y ganar balones por alto, y con Raí, de positivo desparpajo en su debut, que hasta rozó el gol con una vaselina que acabó en el larguero y que mereció el premio. Pulido Santana ayudó un poco más y mandó a la ducha a Ondoa con una segunda amarilla. Quedaban dos minutos y la prolongación. Amo se vistió de improvisado portero y el Zaragoza no fue capaz de colgar un balón en condiciones en un final ridículo y avergonzante.
Es más, Marcelo Silva vio la segunda amarillla para culminar un partido desastroso y el Sevilla, sin apenas jugadores en ataque, lanzó la falta por medio de Ivi sin ninguna ambición. Saja y la inteligencia de Cotán le dieron el gol para sentenciar a este Zaragoza miedoso y pobre al que se le van los partidos, muchos en el tramo final, por su inconsistencia, por su endeblez y por su falta de capacidad en un momento terrible. Harta de estar harta, la afición abandonó el estadio con el dolor interiorizado, aunque sí se escucharon muchos silbidos y se vieron pañuelos.
SIN ESPÍRITU / El Zaragoza, con el agua al cuello y en un día tan señalado, soltó una primera parte terrible, insoportable, sin un gramo de fútbol. Como si lo que todo el zaragocismo ve, el peligro de bajar, no fuera con los jugadores. Con Edu García en el once, con Dongou junto a Ángel y Cani en el banquillo, el ¿equipo? de Agné fue un monumento a la imprecisión y el Sevilla Atlético, comandado por Cotán y sostenido en Yan Eteki, empezó a sentirse cómodo, con Ivi y Marc Gual bulliciosos en ataque para crear problemas en una defensa que no tenía su día, sobre todo Marcelo Silva y Cabrera.
Un disparo de Ángel fue el único aviso zaragocista, mientras el Sevilla lo intentó por medio de Curro y de Ivi en dos remates que no inquietaron mucho a Saja. Con todo, el filial se llevaba todos los rechaces y las segundas jugadas y, sobre todo, jugaba con algo de criterio. El Zaragoza, sin embargo, era incapaz de trenzar una acción con algo de sentido, con la medular superada.
La grada se empezó a impacientar y llegó el primer gol sevillista, un centro de Carmona y un perfecto remate de Marc Gual mientras los jugadores zaragocistas eran espectadores, sobre todo los dos centrales. Tras el descanso, el Zaragoza trató de aportar algo de corazón y un cabezazo de Edu García a centro de Feltscher midió los reflejos de Ondoa.
Con Cani y, sobre todo, con Raí, el equipo ganó en fútbol mientras el Sevilla solo perdía tiempo y miraba el reloj. Agné se la jugó con un 4-3-3 y con Edu García como lateral. Era un todo o nada que el paso de los minutos convertía en desesperación.
Hasta que llegó el hilarante final, una tragedia que aumenta la desesperación de un equipo abatido y golpeado, que no gana casi nunca y que pierde demasiadas veces haga los méritos que haga, que ayer fueron muy pocos. O casi ninguno. Este Zaragoza se despeña hacia el abismo y el miedo al descenso está justificado porque la inercia y las sensaciones invitan a pensar en ese trágico final. Menudo cumpleaños...

FUENTE: Santiago Valero (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)

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