lunes, 21 de noviembre de 2016

De peña máxima: Getafe 1 - R.Zaragoza 0

Un competitivo Zaragoza cae en el Coliseum con un penalti de Bagnack y frena su trayectoria positiva.

Entró Bagnack con el alma en una jugada en el área que no requería de ese ímpetu, dio balón y arrolló a Jorge Molina. El penalti ofrece mucho más que dudas, pero es obvio que el central camerunés, de expediente dilatado y ya maldito en errores, no midió bien en esa acción y condujo a la inmerecida primera derrota del Zaragoza de Agné, que soltó un partido muy competitivo bajo la lluvia en el Coliseum, donde no mereció salir de vacío. Fue mejor en la primera parte y supo sufrir en la segunda, estuvo más cómodo con el balón que en la mayor parte de la temporada y no encontró la victoria porque Ángel estuvo ofuscado ante el gol.
El partido, la derrota, se decidió en esos dos detalles, en la torpeza de Bagnack y en la pólvora mojada de Ángel, pero la condena final supone un varapalo, porque el Zaragoza venía de crecida y tuvo un frenazo que le penaliza en la clasificación, porque le saca de la promoción, pero no debería pesarle en lo anímico, porque la imagen en el Coliseum ante un Getafe áspero y de más intensidad que fútbol, aunque es verdad que apretó tras el descanso, fue más que aceptable. Es irrefutable que el Zaragoza sigue sin ganar a domicilio tras ocho salidas, pero se diría que, al nivel competitivo de ayer, o al ofrecido en Mallorca, la victoria lejos de La Romareda debe estar ya cerca.
EL ARBITRAJE
El tercer sujeto de la derrota hay que buscarlo en el árbitro. Queda dicho que el penalti de Bagnack, el sexto en contra del curso por ninguno a favor, es muy dudoso, hubo otro posible de Gorosito a Ángel en la primera parte y Cala debió ver la segunda amarilla a los 20 minutos. Siempre es mejor no mirar al colegiado, pero está claro que en las decisiones de trazo grueso no favoreció apenas al Zaragoza.
Con Lanzarote y Fran en el once tras sus molestias semanales saltó el Zaragoza en Getafe y desde el primer minuto se le vio bien asentado, con buen dominio del balón y generando muchas dificultades a un rival que, pese a su calidad, sufre cuando tiene que crear. Ángel, tras gran pase de Cani, se topó con Alberto en la primera gran ocasión.
No pasaba por apuros el Zaragoza, que combinaba con acierto y que era mejor en el medio con Zapater y Ros, además de cortar bien los intentos del rival por las bandas, donde José Enrique, sobre todo, y Fran firmaban un partido sobrio. Hasta Bagnack no desentonaba, sin complicarse, en el inicio del pelito.
Edu García, en un remate de cabeza, volvió a avisar y un centro de Lanzarote, muy intermitente y algo desconectado, no encontró rematador. El Getafe solo generó inquietud con Pacheco y Jorge Molina. Cabrera arregló un mal corte de Bagnack cuando el delantero se presentó ante Ratón. La recta final de la primera parte dejó dos acciones de Ángel en las que se llenó de balón. En una de ellas le derribó Gorosito cuando tenía todo a favor para marcar en una carga que pareció insuficiente para pitar penalti y en la otra tenía a Cani solo. Ninguna la supo acabar bien el ariete canario, que tuvo la victoria en sus botas.
PEOR EN LA SEGUNDA MITAD
El Zaragoza mantuvo la apuesta en el once y las constantes vitales en el trato de balón en el arranque de la segunda parte, donde Cani se gustó con varios taconazos llenos de intención que no supieron leer sus compañeros. Está claro que su velocidad mental es superior a la del resto. Sin embargo, Bordalás movió ficha con Yoda y el Getafe empezó a meter atrás al Zaragoza. Ratón despejó un cabezazo de Jorge Molina y la sensación de peligro era mayor para los zaragocistas, que ya no vivían tan cómodos y que habían perdido el gobierno del choque en la medular.
Agné movió el banquillo con Pombo y Barrera, por Edu García y un Lanzarote ya más centrado en protestar que en jugar, para dar un impulso a su equipo. Lo logró a medias. Pombo no ejecutó bien el final de otra cabalgada mal llevada por Ángel y Cani remató flojo de cabeza un buen centro de Fran.
Tras una peligrosa falta de Cabrera a Jorge Molina cuando se iba solo, el Zaragoza y Agné comprendieron que era mejor salvar el punto, mientras Bordalás buscó más llegada con Fuster, aunque el partido parecía condenado al empate por el cansancio de los dos equipos en un césped con mucha agua. Sin embargo, Yoda filtró un balón entre líneas y Bagnack fue con todo ante Jorge Molina cuando no era necesario. Está claro que el central no tiene nada de suerte desde que llegó, al margen de que la impresión global es que no da el nivel. Su fallo fue una condena, una derrota de pena máxima que también se fraguó en las malas elecciones de Ángel y que, en todo caso, no mereció el Zaragoza.
FUENTE: Santiago Valero (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)

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