lunes, 12 de diciembre de 2016

Bálsamo con dudas: R.Zaragoza 2 - Oviedo 1

Un renovado Zaragoza firma una victoria vital con goles de Ángel pero sufre ante un Oviedo con diez.

Son tres puntos y con eso hay que quedarse cuando el Real Zaragoza venía de una mala racha, de una derrota dolorosa en Cádiz, y solventó el partido ante el Oviedo con muchos altibajos y gracias a los errores del rival. Raúl Agné revolucionó el once, con relevo en la portería incluido para volver a dar paso a Irureta, y la apuesta le salió en forma de triunfo, gracias al acierto de Ángel y a la actividad de Xiscu, aunque en la segunda parte el Zaragoza, después de que Héctor Verdés se autoexpulsara al final del primer acto, deparó demasiadas sombras, porque en superioridad numérica no gobernó el partido y sufrió en los últimos minutos para amarrar el botín.
El Zaragoza llegaba al pleito con un punto de nueve posibles, con una sensación de caída y con la amenaza de la cercanía de descenso a Segunda B. Necesitaba ganar, requería de oxígeno en la tabla para volver a acercarse a la zona de promoción, que ahora está a tres puntos, con el ascenso directo a seis. Para correr hace falta andar primero y el Zaragoza se había atascado del todo después de que el efecto Agné, positivo al llegar, hubiera quedado en nada en las últimas semanas.
Consciente de eso, el técnico modificó el once con una revolución en la que Xiscu, volcado en la banda izquierda, fue el más beneficiado, con un partido notable en los desmarques y en la actividad. El regreso de Irureta, correcto sin más, el paso de Bagnack, señalado por la grada, al lateral derecho, donde también dejó sombras, y los vitales retornos de Javi Ros al medio y de Marcelo Silva al eje, que dieron más empaque al equipo, supusieron que tanto cambio trajera la sonrisa de la victoria. Los entrenadores están para tomar decisiones cuando las cosas no salen y Agné, sin duda, lo hizo ayer, aunque es verdad que en la segunda parte retrasó demasiado los cambios y facilitó con ello que el Oviedo, duro y correoso, se levantara.
Arrancó el partido y sin romper a sudar el conjunto asturiano ya tuvo la primera señal de que el pleito no le iba a dar demasiadas cosas. Michu se lesionó en la primera acción y el Zaragoza, capitaneado en ataque por Xiscu, trataba de generar peligro, aunque lo hacía con demasiadas imprecisiones con el balón en el centro del campo.
El segundo aviso de que el día no estaba de cara lo vio Fernando Hierro, en su estreno en el banquillo en La Romareda, en el error de David Fernández en un control que propició que Ángel se marchara con rapidez y batiera a Juan Carlos cuando recién se había pasado el cuarto de hora.
El gol no tranquilizó mucho al Zaragoza, que sufría por el flanco derecho de Bagnack, al que no se le veía cómodo en esa zona, aunque Agné justificó su apuesta en ganar centímetros ante un enemigo físico. Linares le arrebató un balón y solo la irrupción de Marcelo Silva ante Toché evitó el gol, que también pudo llegar en un centro, de nuevo de Linares, que encontró la tranquilidad de José Enrique para dejar el balón con el pecho a Irureta.
Después de que una falta de entendimiento entre Silva e Irureta trajera el susto a La Romareda, el Zaragoza pudo sentenciar, pero la perfecta jugada entre José Enrique y Xiscu, con centro medido de este, acabó en los pies de Ángel, que remató y se encontró con la buena respuesta de Juan Carlos. Con Cani demasiado irregular con el balón y Lanzarote perdido en guerras y sin aparecer casi nunca de forma decisiva, el Oviedo se volvió a disparar al pie al filo del descanso, cuando Héctor Verdés, en una acción impropia de un defensa de su experiencia, aunque no tan difícil de entender en un jugador siempre muy amonestado por su dureza, se llevó por delante a Lanzarote para que al colegiado no le quedara más remedio que expulsar al central oviedista.
PRIMER PENALTI
Hierro no esperó ni al descanso para cambiar y ubicó a Óscar Gil en el eje y relevó a Linares, otra buena noticia para un Zaragoza para el que se dibujaba un panorama alentador tras el descanso. Mucho más lo hizo nada más comenzar la reanudación. Ahí Cani apareció por fin con algo de acierto para asistir a Ángel, Xiscu tuvo una oportunidad y el gol llegaría en un robo del jugador del Aragón, que prolongó a Lanzarote. La asistencia de este a Cani la envolvió el mediapunta en un pase a Ángel y a Óscar Gil no le quedó otra que hacer penalti al canario, el primero del curso señalado para el Zaragoza. No falló Ángel y, cuando quedaban cuarenta minutos, el pleito parecía sentenciado.
Pero el Zaragoza se vino abajo, poco a poco y sin explicación aparente. El Oviedo adelantó la presión y el equipo aragonés se convirtió en una máquina de perder balones. Susaeta y Toché avisaron, Agné relevó a un Xiscu ya agotado, pero Dongou apenas enseñó nada desde su entrada.
El paso de los minutos trajo más errores. Zapater, Ros, Lanzarote... Toché rozó el gol de cabeza y también Torró lo tuvo cerca mientras La Romareda se desesperaba y la tomaba con Bagnack. Una pérdida de Cani trajo una falta que Varela convirtió en el 2-1 cuando al reloj aún le quedaban 4 minutos y la prolongación, un mundo visto el panorama de nervios. Agné buscó perder tiempo con los cambios y el Oviedo soñó con un empate que no firmó para que el Zaragoza encontrara por fin bálsamo victorioso.
FUENTE: Santiago Valero (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)

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